Nos pasa a todos. Siempre que comienza un nuevo año, las conversaciones y algunas agendas se llenan de listas y metas que quizá venimos arrastrando de otros años (lo más seguro).
La culpa por no haberlos cumplido nos hace ponerlos no solo en la lista nuevamente, sino ocupando un lugar preferencial en ella, para meterle mas carga de intencionalidad.
Nos decimos que este año sí vamos a cumplir todo: bajar de peso, ganar más dinero, empezar ese proyecto, viajar más, aprender algo nuevo. Y aunque no hay nada malo en querer lograr cosas, me he dado cuenta de algo: casi nunca nos proponemos enfocarnos en SER.
Nos hemos acostumbrado tanto a medir nuestra vida en términos de lo que hacemos, lo que tenemos o lo que logramos, que olvidamos lo esencial: cuidar de quienes somos en este momento. La verdad es que podemos tener metas enormes y aún sentirnos vacíos. Podemos lograrlo todo y aún así no estar en paz.
Por eso este año quiero algo diferente para mi, y es sobre lo que te quiero compartir en esta carta.
El año pasado, en mi esfuerzo por cumplir con un ideal, me sobrecargué de propósitos y actividades. Me inscribí en todo lo que pensé que me acercaría a esa versión "perfecta" de mí misma: prácticas espirituales de filosofía helenista, escritura narrativa, clases de ukulele, pintura de acuarela, Constelaciones Familiares, Kabbalah, Budismo... ¡uf! También me obligué a ir al gimnasio incluso en días en los que mi cuerpo me pedía descanso, ignorando mis ciclos, mis ritmos y lo que realmente necesitaba.
Robé horas a la noche para escribir mi libro, para lavar los trastes que habían quedado del día, para recoger lo que aún estaba desordenado, y para intentar leer algunas páginas de los libros que esperaban en mi buró. Era como si siempre hubiera un pendiente más, algo que no podía esperar.
Al principio me sentí eficiente, como si estuviera aprovechando cada minuto al máximo. Pero con el tiempo, mi cuerpo comenzó a mandar señales de agotamiento. Pequeñas quejas al principio: una fatiga constante, un peso en los hombros. Después, fueron señales que ya no pude ignorar.
Cada noche, antes de acostarme, tengo un ritual: suelo tomarme un tiempo para conectar con mi corazón, dar las gracias con intención por el día vivido y dedico ese momento de calma a conversar con Dios.
Pero con tanta actividad, estaba tan cansada que apenas podía susurrar un simple "gracias" antes de quedarme dormida. Lo que antes era un ritual para cuidar mi alma se convirtió en otro pendiente más en mi interminable lista de cosas por hacer.
Sin darme cuenta, me entregué a la obsesión de hacer y lograr, creyendo que así estaba avanzando, cuando en realidad me estaba alejando de lo más importante: escucharme, respetarme y sostenerme desde el amor.
BASTA! Este 2025 será diferente.
No voy a perseguir un ideal ni llenarme de expectativas que solo me alejan de lo que más importa: mi bienestar interior.
No haré promesas. No me pondré metas. No voy a buscar la perfección.
Este año quiero ser amable conmigo misma.
Quiero abrazar mis miedos en lugar de empujarlos a un rincón oscuro.
Quiero darme el tiempo que necesito para mirar de frente mis tristezas, esas que me susurran cosas que no siempre quiero escuchar.
Este año me voy a escuchar. Voy a hacerme un espacio para sentir lo que sea que necesite sentir sin juicio, sin prisa, sin querer arreglarlo todo de inmediato.
Voy a regalarme días para no hacer nada. Para simplemente estar. Para mirar las nubes, escuchar mi respiración, sentir cómo se mueve el sol en mi piel.
Voy a escuchar mi cuerpo con más atención. A dejar de ignorar sus llamados de descanso y sus señales de alerta. Voy a agradecerle por todo lo que ha hecho por mí, por ser mi refugio incluso en los días en que lo he tratado con dureza. Lo siento cuerpo mío.
Voy a dejar de buscar en lugares donde nunca he encontrado lo que realmente quiero.
No voy a culparme por no encajar en moldes que nunca fueron hechos para mí.
Voy a abrazar mis contradicciones, mis imperfecciones, mis sombras. Porque son mías, y también ellas cuentan mi historia.
Voy a bailar como si nadie mirara, aunque todos estén mirando.
Voy a cantar fuerte, contar mis historias, caerme otra vez y levantarme sin prisas. Si me duele, me daré el tiempo para curar mis heridas. Si necesito ayuda, la pediré sin vergüenza.
Voy a proteger mis espacios. Porque hay depredadores ahí afuera, gente que no sabe cuidar lo que encuentra en otros. Y aunque no los odio, tampoco les voy a dar poder sobre mí.
Voy a ser compasiva con mis momentos de vulnerabilidad, y a sostenerme con amor mientras encuentro mi equilibrio.
Voy a detenerme más en las cosas que parecen pequeñas pero que sostienen la vida: una mariposa que pasa volando, las risas espontáneas, un beso que se siente eterno.
Voy a crear poesía con cada instante que me recuerde lo hermoso que es estar aquí.
No quiero ser perfecta. No quiero ser inalterable. No quiero ser todo para todos.
Quiero ser yo, libre, imperfecta, completamente mía.
Este año no se trata de hacer más, sino de ser más humana. No se trata de alcanzar cosas, sino de reconectarme conmigo.
Bienvenido, 2025.
Estoy lista para recibirte, no como una carrera que debo ganar, sino como una oportunidad de vivir con más verdad, más amor y más paz.
Te abrazo : Leslie Villatoro.
¡Ahó! Gran mensaje. Un abrazo Les
Que buen mensaje !!!